domingo, 7 de junio de 2020

Sobre el Hermetismo

El hermetismo sin ser un culto idólatrico de la materia, es espíritual en esencia y materialista en sustancia; conoce a cabalidad los arcanos de la natuaraleza y los utiliza como una escalera de nueve peldaños, lo que permite el descenso, y posterior ascenso, de todos sus componentes, tanto superiores, como inferiores, los que consolidan absolutamente todo lo creado, en lo visible y lo invisible.
De la unidad primigenia, se desprenden dos principios básicos en la creación: uno es Padre y el otro, por su propio reflejo: Madre, actores que poseen cada cual sus propios atributos, donde, como Rey y Reina luego del amor sagrado en su copula, se unirán indisolublemente en un tercer y ultimo elemento, que bajo el
argot de la tradición hermética llamaremos: «Sal»
Esta Sal no corresponde al cloruro de sodio en la tabla periodica, sino que en cambio es el «cuerpo» del mundo, la parte visible y tangible del universo conocido, es quién dá peso y medida a lo inefable, creando limites en lo ilimitado, en lo infinito; es asi como a través de este peso y medida exactos, entre finitud e infinitud, se nos muestra, como si de una parcela se tratara: el micrososmos humano, un fractal, como llamamos hoy en día, del macroscosmos o universo primero.
¿Dónde reside el alma humana? ¿Dónde se encuentra su espíritu? La respuesta es simple desde el hermetismo: en la Sal. Es, desde el punto de vista hermetico, innecesaria la busqueda del alma humana en el delirio intelectual de los sofistas, teólogos y otros tantos pseudo filósofos.
El hermetismo es el arte sacerdotal que entiende el valor de todo lo creado, visible e invisible, y toma al cuerpo humano como el gran templo; la SAL contiene en si misma, todo el material proyectado desde el universo de la emanacion y que termina condensado por su propio peso, en el «pozo» de la creación.
Es tradicional que un hermetista se ocupe de poseer un «templo» en condiciones para recibir lo sagrado, ser un cáliz, un recipiente adecuado donde pueda volcarse la delicia que mana desde lo sublime.
Según L. Cattiaux podriamos decir que: "Si el yoga es la vía disolutiva de oriente, el hermetismo es la vía coagulativa de occidente."

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